Cuando la palabra mata
: La paradoja de discutir definiciones mientras la barbarie arrasa vidas Termina por resultar paradójico que, mientras miles de personas son aniquiladas bajo las bombas en Palestina, en lugares remotos de la geografía política nos enredemos —desde las Naciones Unidas hasta plenos municipales o redes sociales— en debates obsesivos sobre qué palabra es legítima. Y es paradójico porque lo elegimos: porque nos complace refugiarnos en la disputa verbal, porque nos define como comunidad que se esconde en el lenguaje para no mirar de frente al horror. Cada vez que la violencia se convierte en paisaje habitual, la discusión se desplaza hacia lo que puede o no puede decirse. Ya no hablamos de los cuerpos enterrados bajo los escombros, de las familias borradas en un segundo, de la infancia arrebatada en la sala de urgencias de un hospital sin techo; hablamos, en cambio, de la semántica. De si es prudente llamarlo genocidio, de si conviene nombrarlo guerra, de si la diplomacia prefiere el ...