El mural de noviembre
El mural de noviembre A finales de los años sesenta, Vecindario —entendido no tanto como un lugar concreto, sino como un concepto en formación, una forma de estar y convivir— atravesaba un proceso de transformación profundo. La zona, hasta entonces predominantemente agrícola, comenzó a diversificarse. La construcción, el comercio y la hostelería impulsaron un crecimiento demográfico acelerado, modificando las dinámicas sociales y la propia fisonomía del lugar. Donde antes sólo soplaba el viento comenzaron a levantarse calles, casas y vidas. Ese crecimiento rápido se reflejó en la aparición de nuevos barrios y edificaciones, configurándose un paisaje arquitectónico y social diverso, complejo, seguramente falto de un manual de instrucciones y que aún, hoy día, define a la localidad. En ese contexto, Vecindario se convirtió en un espacio de encuentro entre distintos colectivos. Por un lado, los habitantes de siempre —con sus costumbres, sus manos curtidas por el sol y la sal d...