El eco de un juego sin dueño
El eco de un juego sin dueño A veces los conflictos no nacen de fuera, sino de la necesidad íntima de preguntarnos a quién pertenece realmente aquello que sentimos como nuestro. La declaración del Juego del Garrote Tradicional de Gran Canaria como Bien de Interés Cultural ha funcionado como un espejo inesperado: uno que obliga a mirar no solo el juego, sino la trama de intereses, silencios y fragilidades que lo sostienen desde hace décadas. Porque un BIC no es una medalla. No premia, no bendice, no elige maestro ni escuela. Es, sencillamente, un acto administrativo que constata que un bien cultural corre peligro y necesita protección, estudio y continuidad. Pero esa protección, paradójicamente, inquieta. La Federación, que durante años ha gestionado el discurso del garrote a su manera, ha sentido que la declaración era una invitación no pedida, una irrupción externa en un espacio que consideraba suyo por derecho natural y por la legalidad de las leyes deportivas. Y así lo h...