¿Adónde van?
¿Adónde van? En La Revoliá hay algo de obstinación en el regreso. Y quizás por eso se pregunta adónde van las palabras que no se quedaron, las que se dijeron sin saber que algún día serían semilla. Adónde van los ecos de una tarde cualquiera, las miradas que se cruzaron con un garrote en las manos. Tal vez aún floten en el aire, buscando el mismo rincón donde los niños aprenden a mirar a los mayores sin miedo. O donde los mayores aprenden a volver a mirar como niños. Esta imagen tiene ya quince años. Fue tomada en una plaza abierta, junto al murmullo de un pueblo. El sol cae sobre las sonrisas serias de los más pequeños que sostienen el hilo invisible que los ata al tiempo de los abuelos. Detrás, los mayores dejan que sus gestos hablen, que el cuerpo aprenda antes que la palabra. A veces me pregunto adónde van esas palabras que no se quedaron, las que se dijeron en silencio o se confundieron con el viento. ¿Adónde van las miradas que un día partieron, los movimien...