Conversando con Jacinto Ortega, pastor.

 

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La idea de conversar con Jacintito Ortega y escribir sobre los asuntos que de éstas surgían no brotó de repente. Es posible que hubiese algo de premeditación en el hecho que hiciera encontrarme con su persona un día del que ya ha pasado bastante tiempo. Me hice el despistado sabiendo de sus visitas al club de la plaza y en los alrededores de ésta esperé su posible llegada. Y llegó. Y empezó a describirme las fotos con las que me hice acompañar.


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“A éste le decíamos nosotros " El Anden ",…después aquí hay una cuevilla chica, que es donde yo tenía el palomar, …después aquí hay un agujero por aquí para dentro… que es donde teníamos…, bueno… …poníamos un palo pa las gallinas.  Ésta…aquí era la cocina. Esta otra es la cueva donde vivíamos...esta y esta también, que aquí hacíamos el queso…  y esta de aquí adelante, …que es la que yo te decía el otro día que era un poquillo mal amañá… a esta le decíamos nosotros La Cueva Los Pollos…”



“Y todo este risco por aquí para allá… pasando…porque aquí se ve la pared, (señalando las fotografías que le muestro) que nosotros la teníamos cortá aquí… de aquí patrás era un corral que teníamos siempre para ordeñar… y ya ves, debajo del risco del diablo éste, con el miedo que uno tenía… y nunca tuvimos peligro ninguno…mi hermano Miguel, por arriba de la orilla del risco hizo una paredita… chiquita… pa si caía alguna piedra se parara allí. Y arregló algunas muchas de las vueltas del camino…se subía por ahí parría… y todavía se ven los pasos, porque por ahí era más cerca…pa dir allá atrás a buscar el agua a casa de mi tía Fabita y pa venir…tanto de día como de noche, si se nos ofrecía…. ”



“…porque allí hacíamos nosotros cada baile… y venían mi tío Miguel y toos mis primos…y se tenían que dir de noche pallá…tu entras a la cuevilla y es chiquitita…pero allí cabíamos un montón de gente…y después el piso era de lajas, de piedra…”

 



“ Mi padre se llamaba Juan Ortega Reyes. El era de Ariñez. Si, me acuerdo de algunas cosas de él de mas nuevillo porque nosotros siempre hablábamos y siempre preguntábamos por esas cosas…que…mi padre después se vino allí a La Caldera, al cortijo de esta gente…de… que eran de allí, de Valsequillo…coño, como le decían a esa gente… si, a La Caldera de Los Marteles, pero la parte de atrás que le decíamos a aquello El Salvial…que ahora abaja una carreterilla que pega hasta ya enfrente a las cuevas donde ellos vivían…se ven las cuevas allá enfrente y vivían en el corral…en una cuevilla entaliscá que era donde vivía mi padre. Y estando allí se enteró que una de esta gente de los Guedes, que estaban de pastor con Don Leonardo…no se cual eran de esos Guedes…pues, total, que ese Guedes dejó las medias con Don Leonardo y mi padre vino directamente aquí al Cardón.”


“No, no me acuerdo del año en que nació. Un día tenemos que ir a casa de mi hermano Antonio a alegar con él…te pones de acuerdo y vamos a su casa…que el se puede acordar mejor de cosas de mi padre…si tu quieres saber de más cosas que yo no te pueda decir”



“El ganado era de Don Leonardo "El Abogado"… es que después nosotros nos fuimos pa La Aldea de San Nicolás… allá a Cho Faracá…el ganao lo partimos, nosotros nos llevamos las nuestras y se quedó allí un primo mío con las de Don Leonardo, un hijo de mi tío Miguel…  Rufino, Rufino Mayor…fuerte cantaor…cantaba y tocaba la guitarra también…pero cantaba como nadie…pues Rufino se quedó allí con Don Leonardo, a sueldo. Nosotros nos llevamos muy pocas. Nos fuimos porque allá nos hacían otro trato y la gente antes siempre estaba buscando paquí y pallí. Allí le pagaban a mi padre 500 pesetas todos los meses, por guardar el ganado…y te dejaban tener las tuyas, que nosotros llevaríamos a lo mejor 30 o 40 cabras… bah, una puñailla, que casi se nos mueren toas aquel año…porque fue un año del diablo, que no llovió y el coño la madre…y entonces, este Don Leonardo, no se como se enteró que estábamos mal allá… que no hubiera llovio nada allá… y nos mandó una carta para que nos viniéramos otra vez…pues no se quien coño le dio la dirección ni como llegó la carta allá. Y entonces nos vinimos otra vez. Después…volvió después Susito, el que quedaba ahora por último en Cho Faracá, y vino a buscarnos…que nos daba un ganado de medias, que nos daba de medias para plantar papas, tomateros, sembrar…Claro, en esa época era una ayuda. Pero después resulta que fuimos y…no se si fue que no…bah, pa tu vender el queso era un follón, porque teníamos que tener bestias, que no es como ahora que hay carretera…Pues que nos volvimos a venir otra vez… …aquí, con Manuel Pérez, al Matorral. No se si mi padre es que lo conocía y vino a hablar con el…El caso es que Manuel Pérez nos dio tierras ahí y ahí nos dejaban tener las cabras en esas tierras ahí, que eran del Conde…y nos vinimos paquí y después, al tiempo, nos fuimos pa Berriel.”




“Mi madre se llamaba Pino Ramírez Navarro…pero, mira, …es que ahora tengo que ir a la farmacia a comprar una inyecciones que me mandó el medico, pa que me las ponga el practicante. ¿Tu tienes mucha prisa?...porque si no…tomas café aquí y me esperas…”




Y tomé café con Pepe y Lalo Ortega, sus hijos, en el Tanatorio de Sardina la noche que  velamos los recuerdos de su padre.


a la memoria de Jacinto Ortega,

hierbolario.blog.spot

le agradece estas palabras

por tantísimo y tanto.




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