Cuestión de Hebillas

 



En nuestros intentos por confeccionar collares para las cencerras nos hemos encontrado con un problema que la ferretería y herrajes actuales no ha sabido solucionarnos. A las primeras de cambio creímos que, una vez adquiriendo la hebilla necesaria en su justa medida, sólo necesitaríamos poner en práctica la habilidad de nuestras manos, sumando a ella los conocimientos transmitidos, para comenzar a engarzar las piezas de cuero en ésta y disponernos a realizar el cosido. Y a los pastores que les mostramos nuestras primeras pruebas les pareció adecuado aprobar con nota satisfactoria tanto la confección, el tamaño y la forma del collar. Pero unánime y sobresaliente fue el suspenso que se llevaron los herrajes empleados, sugiriéndosenos que no tendríamos más remedio que cambiarles las "agujas" o "puntas" de las que las hebillas hacían gala por considerarlas demasiado cortas. Las puntas deben, sin excusa alguna, apoyarse considerablemente y en mayor medida sobre el frontal del arco que las cierra por su parte delantera. Esta condición es necesaria para permitir un cierre más seguro del collar, trabándolo así con mayor firmeza. Y no solo apoyar en su totalidad el extremo de la punta destinado para ello en el frontal señalado es fundamento preciso e insalvable. Además debe sobrepasar éste  en su apoyo con cierta curvatura descendente, rodeante y sobrante.


Pocos de los pastores consultados, más bien ninguno, emplean de forma total y segura las hebillas que son capaces de conseguir en el mercado. Las agujas, o puntas que éstas traen consigo, son sustituidas por otras que ellos mismos confeccionan a base de "tachas", "clavos" o cualquier material metálico que a su alcance se encuentren.




Es a base de vergas gruesas y unos simples alicates la manera de confeccionar las hebillas destinadas a los collares de las cencerras. El haber encontrado hebillas que resultaron como productos de esta rudimentaria artesanía fue lo que nos hizo interesarnos por ellas. Las hemos intentado reproducir, empleando para ello las mínimas herramientas imprescindibles e intentando situarnos en las circunstancias que hicieron posible su confección. Por supuesto que en el modesto taller del compañero Cristóbal Monroy, a quien agradecemos su capacidad para soportar nuestras pejigueras insistencias, podemos contar con industria cualificada para facilitar la labor que supone doblar, cortar y manipular vergas o alambres de considerable grosor. Aún así la hemos dejado al margen, limitándonos al empleo de "alicates" y martillo por considerar que son las herramientas de mano de fácil acceso y que se emplearon para tales cuestiones.





Empleando los alicates y la fuerza de unas manos capacitadas para ejercer la presión que esta artesanía conlleva se puede considerar como suficientes los elementos necesarios para obtener resultados adecuados. Doblar el metal empleado en la confección de hebillas es actitud que requiere poner la fuerza en el punto necesario que la habilidad la solicita. El ingenio hace aparición en el momento justo de los cierres o lugares donde el metal debe unirse de manera firme y segura. O sea, que atendemos e incidimos en los mismos aspectos que a lo largo de esta comunicación ya hemos repetido: la hebilla no debe abrirse nunca bajo circunstancias ajenas a su función, además de proporcionar un cierre y trabazón seguros cuando cumpla su ejercicio sobre el cuero. 




La atención se debe poner en el punto de las uniones. Los enganches y curvaturas, casi a modo de nudos, que se practican para "cerrar" los enlaces se aseguraran sellándolos concienzudamente a base de golpes precisos con un pequeño martillo u otra herramienta que nos sirva para tal fin. Con ello, además de rematar las uniones de forma segura, se consigue que este tipo de detalles no produzcan roces o daños tanto al manipular el collar con nuestras manos como así mismo los que pudieran lastimar la piel del cuello del animal.




Trabar y enganchar los collares de los cuellos de los animales es una operación en la que los pastores han puesto sus manos para adaptarla a sus necesidades y a su propio entendimiento. En la publicación "Pastoreo en la isla de La Palma", su autor, Talio Noda Gómez nos habla de una "tranquilla" confeccionada en madera que servía para tal fin. Desconocemos si en la comarca del Sureste de Gran Canaria alguna vez se llegaron a emplear otros sistemas diferentes a los que hemos tratado en esta comunicación. Hemos preguntado e interpelado a la memoria y recuerdos de nuestros informantes y, por el momento, sólo hemos conseguido información exacta sobre las hebillas confeccionadas con vergas. Pepe Enrique "El Colorao" fabricó innumerables de ellas, tanto para su propio empleo como para la de otros pastores que se la solicitaban. José Ortega, pastor que rememora la artesanía del Colorao, sigue confeccionándolas con este mismo material pero con la variante que él, al tener y saber manejar una máquina soldadora, termina por darles un punto con el electrodo que las sella. Diferentes artesanías en diferentes épocas, pero con el punto en común de evitar que el collar se suelte y pierda la cencera. Y quede nuestra intención en dar cuenta de ello sin dejar de agradecer a Maestro Yeyo (Aurelio Ortega para los amigos) su disponibilidad para con esta muestra.




para hierbolario.blogspot.com,

Eduardo Gónzalez






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