Frenando a las baifas

 


Las baifas, y los baifos, desde el momento en que nacen cumplen con su condición de ser animales mamíferos. Esto es: se agarran de modo instintivo, diríase que casi por mandato divino, a  la teta de sus orígenes de la cual chupan toda la leche posible hasta saciar su glotonería.




A medida que transcurren las semanas, meses incluso, los embistes y arremetimientos a los que son expuestas las generosas ubres, las cuales manan el beletén misericordioso capaz de abrir paso a la vida, dejan de ser soportables. Hartas de tantos pellizcones, las madres ya sienten que sus hijas deben empezar a convertirse en rumiantes. Y como tales deben  comenzar a aprender el modo de encontrar el sustento en la hierba, rastrojos y otros pastos que en la tierra han sido puestos para la subsistencia de sus caprinas vidas.


Por otro lado, a las baifas les saldrán unas competidoras que ya estaban ahí antes que ellas: las presurosas y ordeñantes manos del pastor, que en caso de sentirse cansadas serán sustituidas por las chuponas de las inagotables máquinas ordeñadoras. Ante tremendos contendientes nada podrán hacer estos ingenuos e inocentes animalitos que hace poco acaban de atracar a un mundo donde no tan sólo ellos son  los que tienen hambre. La vida se ha de abrir a un paso todavía mayor.


Es entonces cuando llega el momento de destetar a las baifas. Para ello, el intelecto del pastor, curtido y cultivado durante el devenir de muchos siglos, lo ha llevado a crear un ingenio o elemento que le permite hacerles entender  que de las ubres de sus madres ya no van a obtener nunca más el preciado alimento. La leche que producen las cabras que poco tiempo atrás fueron parturientas debe pasar ahora a convertirse en quesera. Y es ahí donde entra en juego el “frenillo”.




Consiste este instrumento pastoril en un trozo de madera que, tallado convenientemente a golpe de naife sobre un trocito de rama de balo o cornical, es colocado de manera peculiar en la boca del infante animal permitiendo que éste pueda comer pero no succionar. El “frenillo”, llamado así por los pastores, tiene la particularidad que, orientado hacia el velo del paladar por la parte plana de la madera y dejando hacia la lengua su parte barriguda, la cual posee una hendidura característica, o varias, en el centro, posibilita la entrada de aire entre la madera, la teta y el paladar. De esta manera, cuando las baifas intentan mamar se ven impedidas en hacerlo. En vez de leche solo conseguirán aire y, si ya es difícil para algunos vivir tan solo de pan, imaginemos que ellas tuvieran que hacerlo únicamente de efluvios aéreos. 




Pero no será la entrada de estos efluvios la única razón por la que no puedan mamar. Además de este motivo, otro más poderoso es que el frenillo impide a la lengua encontrar el contacto con el paladar en el acto instintivo del chupar. Al no existir este contacto queda anulada la  mamanza.




Por este tipo de razones los frenillos no tienen porqué ser demasiado gruesos. Basta con que impidan el contacto anteriormente referido. Pastores hay que los prefieren un poco mas finos que el detallado en la figura anterior. No usan el balo, sino el cornical, considerando que es madera más duradera y mucho más resistente. Esto les faculta realizar frenillos no tan gruesos que permitan mayor entrada de comida masticable y proporcionen menos molestias al animal a la hora de rumiar.


El frenillo se sostiene amarrándolo con cordeles por sus dos extremos tallados específicamente para ello. Estos dos extremos sobresalen de la boca por entre los besos del animal y los cordeles van a atarse desde ahí hasta  sus incipientes cuernos o en la parte de atrás del cuello.



 

Luís Martel Perdomo, pastor e hijo de pastores, me comentó un día que las cabras paren a sus hijas para ellas mismas y éstas deben criarse en todo momento bajo la atenta mirada de su madre. Separarlas de ellas, cosa que hacen muchos ganaderos con la intención de destetarlas, no es cuestión con la que él esté en acuerdo. Por eso sigue empleando, para este fin, los frenillos.


para hierbolario.blogspot.com





Comentarios

Entradas populares de este blog

Tregua y continuidad

La Revoliá: el empeño de la insistencia

El fraude de la vergüenza