El Juego del Garrote Canario: lo que significa ser Bien de Interés Cultural Inmaterial
El Juego del Garrote Canario: lo que significa ser Bien de Interés Cultural Inmaterial
La noticia de que el Juego del Garrote Tradicional Canario ha sido declarado Bien de Interés Cultural Inmaterial ha despertado una alegría colectiva. No es para menos: detrás de ese reconocimiento hay décadas de trabajo silencioso de maestros, jóvenes y comunidades que mantuvieron viva una práctica profundamente ligada a la identidad del Archipiélago. También el esfuerzo reciente de quienes impulsaron el expediente que hizo posible este logro por parte del Gobierno de Canarias. Permítase aquí un gesto de reconocimiento hacia la persona que firmaba tal petición; aunque, como portavoz, representaba a muchas otras, su implicación desde principio a fin fue decisiva.
Pero junto a la celebración surgen también preguntas necesarias: ¿qué significa exactamente que algo sea declarado Bien de Interés Cultural Inmaterial? ¿Qué protege esa declaración? ¿Qué compromisos conlleva?
La figura de Bien de Interés Cultural (BIC) está recogida en la legislación mundial, estatal y en la Ley de Patrimonio Cultural de Canarias. Hasta hace algunas décadas solía aplicarse principalmente a bienes materiales: edificios, yacimientos, obras de arte, paisajes culturales. Sin embargo, la noción de patrimonio se ha ampliado para incluir prácticas, expresiones, conocimientos y técnicas que forman parte de la identidad de un pueblo. Eso es lo que se conoce como patrimonio cultural inmaterial: aquello que no se puede tocar, pero que define nuestra manera de estar en el mundo.
Cuando una práctica es reconocida como BIC Inmaterial, pasa a formar parte del catálogo oficial de bienes patrimoniales, adquiriendo protección legal, apoyo institucional y reconocimiento público. Pero lo más importante es que se reconoce su vulnerabilidad: sin cuidado, podría perderse o transformarse hasta desaparecer. En el caso del Juego del Garrote Canario, la declaración como BIC Inmaterial no solo celebra su valor cultural, sino que activa medidas concretas de salvaguarda: apoyo a su documentación, enseñanza y difusión; recursos para proyectos pedagógicos o de investigación; y reconocimiento de las comunidades portadoras —maestros, practicantes, escuelas— como depositarias legítimas de ese conocimiento.
Dicho de otro modo, el BIC no se limita a proteger algo del pasado. Su finalidad no es únicamente la de conservar sino también la de asegurar que siga enseñándose, practicándose y adaptándose a los tiempos sin perder su esencia. Ahora, al Juego del Garrote se le reconoce oficialmente como parte del patrimonio común de Canarias. Y este reconocimiento no recae solo en las instituciones: implica también una responsabilidad compartida. Las administraciones deberán ofrecer apoyo, pero la comunidad habrá de seguir siendo el corazón que lo mantenga vivo.
Entender el valor de este reconocimiento nos invita a mirar más allá de los titulares. Un Bien de Interés Cultural Inmaterial no se protege encerrándolo en ellos: su fuerza está en la transmisión, en la enseñanza, en el respeto a sus raíces y en su capacidad de dialogar con el presente.
Para que esa fuerza continúe viva, es necesario abrir espacios donde contar, mostrar y reflexionar: espacios donde se puedan escuchar la historia de cada gesto, comprender los valores que sostiene el Juego del Garrote y debatir cómo acompañarlo hacia el futuro.
El reconocimiento oficial ha abierto una puerta. Que sea la comunidad, en toda su diversidad y amplitud, quien decida cómo atravesarla y hacia dónde caminar.
Eduardo González

Comentarios
Publicar un comentario