Todo menos presidente
Todo menos presidente Me imagino —porque supongo que todavía imaginar no hace daño— que si al niño que aparece en la imagen le hubiesen preguntado qué quería ser de mayor, no se le habría pasado por la cabeza decir que presidente. Está demasiado ocupado haciendo girar una piedra, empujándola con un palo, para decir eso o algo que se le parezca. Ni siquiera —y continúo suponiendo sin querer molestar— se le habría ocurrido decir alcalde o ministro. A mí, al menos, no se me habría ocurrido. En nuestra época ya teníamos a un generalísimo que se encargaba de todos esos asuntos y ocupaba todas esas profesiones, o eso creía yo desde mi infantil entender. El poder era algo lejano, desconocido y abstracto. Y colocado demasiado alto como para mirarlo de frente. Los chiquillos de entonces —e imagino que los de ahora también— no entendíamos de esas cosas. Resultaba imposible imaginar que para dedicarse a la política habría que estudiar las diferencias entre chistorras o lechugas para s...