AMURGA, desde el llano
AMURGA, desde el llano Que fue en el llano donde les empezó la cumbre. De vez en cuando aquellos chiquillos abandonarían sus juegos de cañas y corchos y, dándole la espalda al mar, mirarían para dentro, para la isla. Entonces, la visión que ante sus ojos se abría era la de un largo y extenso llano al que un lejano soco de montañas lo separaba del cielo. Y era en ese cielo claro y azul donde veían caminar al sol: un sol inmensamente amarillo que enmorenaba sus pieles pobremente cubiertas por escasas ropas; un sol que al atardecer perdía su horizonte por aquellas montañas que siempre estaban ahí y que, de alguna manera temerosa, sobrecogían sus corazones infantiles puesto que eran ellas las que precipitaban la noche, esa oscuridad inminente donde acababa su tiempo de luz y juegos. Sin embargo, aquellas montañas que les apagaban el día eran también las que les encendían la imaginación. Intuían que desde allí tendrían que nacer los barrancos más profundos y los secretos nunca contados....