Una imagen
La belleza de esta imagen se basta por si sola. La plasticidad que proporciona la figura del saltador en armonía con su garrote, en armonía con el paisaje, en armonía con el cielo azul, en armonía consigo mismo, es tan intensa que ésta pierde todo su sentido competitivo. No hacen falta motivos para comprender que no necesita más alicientes para hacer lo que está haciendo. Somos capaces de ver las intenciones en sus ojos aunque estos estén a la sombra de su sombrero. Percibimos su concentración, su tranquilidad, incluso la felicidad que desprende su figura en una perfecta posición en la salida del salto que va a realizar.
En definitiva: debemos plantearnos si hace falta convertir el salto del pastor, o cualquier otra práctica tradicional como el juego del palo o del garrote tradicional, en un deporte meramente competitivo. ¿Creen ustedes acaso que el compañero saltador de la imagen de hoy necesita algún aliciente comparativo, disputativo, contendiente o concursante para ser tremendamente feliz con lo que está haciendo? ¿No nos basta con la belleza y felicidad que nos transmiten sus intenciones de salto para disfrutar con la imagen? ¿Es necesario algún reglamento que lo determine?
para hierbolario.blogspot.com
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